EKIAR: LA TRANSCRIPCIÓN DE UN VERBO
IBÉRICO
Abelardo López Pérez
El lenguaje ibérico, perteneciente
sin duda al lenguaje preindoeuropeo permanece cerrado en el más absoluto
hermetismo, no tenemos ni método seguro, ni referencias ordenadas para
analizarlo. Estas son las palabras mencionadas por el profesor Blanco Freijeiro
al tratar sobre la epigrafía ibérica en Los
Primeros Españoles (1994). Una lengua de la que poseemos tantos documentos
–se lamenta A. Tovar (1984)- no estaría indescifrada, una vez que se lee con
seguridad. Y ciertamente
hasta la fecha, pese al conocimiento de su lectura facilitada por las cecas
numismáticas, poco se puede ofrecer con certeza en la investigación interpretativa
epigráfica. Considero que dicho hermetismo no está ocasionado solo por la
incomprensión de un lenguaje epigráfico, también está provocado por la
incomprensión iconográfica que en la mayoría de los casos le acompaña.
La cerámica ibérica levantina
contiene la peculiaridad de exponer gran cantidad de textos de escritura
ibérica acompañada por escenas de
personas en actitudes sociales y bélicas, mientras la arqueología convencional
considera que son escenas de carácter mitológico o cosmológico. El error es
descomunal y se extrapola a otros objetos con epigrafía perjudicando su
interpretación, incluso con atributos mágicos, maléficos o protectores, cuando
en realidad pueden ser textos de un gran contenido sociopolítico.
El conocimiento de un código que configura el
lenguaje de la iconografía ibérica debería abrir nuevas vías de interpretación
epigráfica. Y ciertamente la introducción al contexto social ibérico nos puede
facilitar la investigación de algunos elementos epigráficos de los textos más
oportunos.
En uno de mis trabajos
interpretativos formulados en El ojo del
Ibero (2005) y posteriormente publicados en la desaparecida edición de Revista de Arqueología, titulado “El eusquera y la lengua ibérica”
(2007) ya menciono la introducción al
contexto social ibérico con la interpretación de símbolos y la posible interacción contextual entre el
lenguaje ibérico y el eusquera. Pero ahora, sin negar cierto parecido fonético
entre estos, me decantare en una nueva reinterpretación que nos puede acercar a
la realidad de un verbo que tiene mucho que ver con nuestra lengua castellana.
Dicho verbo es el que se halla
expresado en el vocablo ibérico EKIAR.
“La forma ekiar, bien conocida en los
textos ibéricos y cuya interpretación habitual es la de que se trata de un
verbo que significa “hacer” (Luján, 2007). Aranegui Gasco y De Hoz (1992), mencionan lo
significativo que es la frecuencia de los casos en los que aparece junto a un
nombre de persona, al que normalmente sigue. Estos autores también señalan que
pese a ser una de las secuencias más repetidas en la epigrafía ibérica el
análisis combinatorio no permite avanzar gran cosa en su interpretación de los
textos ekiar.
No cabe duda de que algo falla. Por
lo que merece la pena atender a mi nueva propuesta interpretativa, ya que
considero que puede aportar algún
progreso a la investigación paleográfica ibérica.
Este vocablo ibérico se halla
separado por puntos en la pintura vascular de la tinaja de borde dentado nº 162 y 163 del departamento 111 de Liria
(Aranegui, 1997, fig. IV 2), en la tapadera donde se representan olas marinas y
hojas de hiedra. El símbolo de la unión manifestado en la iconografía
mediterránea por la hoja de hiedra, se muestra acompañado por olas marinas en
cerámica del levante peninsular. La conexión marina es innegable y el contexto
sociopolítico de la unión es sincronizada por la propia cronología de esta
cerámica de entre el 175 y 150 a. C., donde
la 2ª Guerra Púnica es una realidad.
El contexto bélico se hace patente
en más representaciones vasculares de
Liria con representación de jinetes empuñado armas. En el friso inferior
incompleto de la tinaja nº 142 del departamento 31 (Aranegui, 1997, fig. II.
13), muestra jinetes lanceros e infantes enfrentados. La importancia de esta
tinaja radica en la gran cantidad de epigrafía ibérica que contiene, mostrando
la terminación EKIAR en tres ocasiones.
La palabra EKIAR se vuelve a mostrar
dos veces en la parte superior del friso del leves nº 169 del departamento 14
de Liria (Aranegui, 1997, fig. 47), acompañado por un jinete con brazo alzado
con lanza en posición ofensiva, más, damas y caballeros unidos en la danza en presencia
de la hoja de hiedra.
Este vocablo ibérico se vuelve a
mostrar dos veces más sobre otra escena de la tinaja nº 222 de Liria (Aranegui,
1997, fig. II. 34 a y b). Según Ballester (1997) en esta escena “se desarrolla
una compleja decoración en tinta plana que comprende una escena incompleta
acuática, con peces y parte de un barco con guerreros; caballo sin jinete y
lucha de dos guerreros a pie contra otro a caballo que huye, todos tocados con
lo que se ha interpretado como casco con cimera; sobre esta escena, tres
palabras, la primera incompleta y las otras dos acabadas con la misma terminación:
EKUEKIAR y KEMIEKIAR”.
(Fig.
II. 34 a, en Aranegui, 1997)
Es justamente bajo esta terminación
donde se aprecia, en ambos casos, la lanza. Uno, en el brazo alzado de un
infante, y la otra sin que nadie los sustente, como lanzada (López Pérez,
2007). Esta posición, sobre la lanza, símbolo por excelencia de la lucha, más
el contexto bélico manifestado, tanto simbólico como cronológico, es el que me
incita a calificar una transcripción de EKIAR
con la palabra LUCHA. Pero en el espacio bélico que nos hallamos donde la
invasión peninsular tanto cartaginesa como romana es una realidad, existe otra
palabra que manifiesta una coincidencia de género gramatical excepcional, y más
sorprendente es que sea con el verbo
castellano ECHAR.
Echar a un invasor de la tierra
invadida es la respuesta más razonable en cualquier acto bélico de ocupación.
Una vez conocida la palabra clave es necesario contrastarla con el método del
código iconográfico que defiendo, manifestando las pautas de un código
narrativo compartido con el valor conceptual de una composición basada en un
sistema de analogías.
Cualidad trascendental, simbiosis y
ambigüedad, son la clave para analizar todo símbolo que se considere como tal.
Por suerte el vocablo ibérico ekiar además
de hallarse en más restos de pintura vascular, se halla representado en más
soportes, otros objetos que permiten analizar en profundidad una sincronía
contextual.
Según el profesor Untermann (1998)
citando a Panosa (1993), una fusayola hallada en Valls (Tarragona) tiene la
inscripción USTANATARSU-EKIAR-SINEKUNSIR.
En el canto de la hoja de una
falcata ( Museo de Prehistoria
de Valencia), según Aranegui Gasco y De Hoz (1992), se puede leer KEKEBES-TE-EKIAR-TE.
Según los autores mencionados
(Untermann,; Aranegui y De Hoz) el
vocablo ekiar sería interpretado como
“hecho” o “hizo” o algo similar. Sin lugar a dudas la similitud interpretativa
coincide con el verbo propuesto “echar”. Y aunque aún quedan más soportes por
analizar, comenzaré con estos dos mencionados ya que pueden tener algo en
común. La cualidad trascendental de estos dos soportes epigráficos, la fusayola
y la falcata, es que las dos deben de ser impulsadas para realizar su trabajo.
La fusayola para facilitar el retorcido de la fibra textil y la falcata para
que sea efectivo el golpe cortante o punzante.
—Debéis comprender el verbo en su
principal expresión «echar»: hacer que una cosa vaya a parar a alguna parte
dándole un impulso. Por tanto, sería correcto escribirla en los dos lugares. El
impulso del arma para atacar y el impulso del huso para facilitar el retorcido
o formación del hilo (en López Pérez, 2014).
Sin lugar a dudas, a la cualidad
trascendental de estos objetos hay que añadir la simbiosis entre éstos y lo
representado, en éste caso el epígrafe; además hay que tener en cuenta la
ambigüedad de la palabra como algo constante inmerso en la naturaleza de las
cosas. El verbo “echar” también se utiliza para deponer a uno de su empleo o
dignidad, su sinónimo “deponer” permite un contexto político de retirar a alguien de su honor o dignidad.
Ahora podemos volver a la
descripción iconográfica de la tinaja nº 222 de Liria (Aranegui, 1997, fig. II.
34 a y b),en la que según Ballester
(1997) en esta escena “se desarrolla una compleja decoración en tinta plana que
comprende una escena incompleta acuática, con peces y parte de un barco con
guerreros; caballo sin jinete y lucha de dos guerreros a pie contra otro a
caballo que huye, todos tocados con lo que se ha interpretado como casco con
cimera; sobre esta escena, tres palabras, la primera incompleta y las otras dos
acabadas con la misma terminación: EKUEKIAR
y KEMIEKIAR”.
El caballo montado que huye, sin
lugar a dudas es echado del lugar. Es más, a esto hay que atender a mi
descripción del 2007, ya mencionada anteriormente: “Es justamente bajo esta
terminación donde se aprecia, en ambos casos, la lanza. Una, en el brazo alzado
de un infante, y la otra sin que nadie los sustente, como lanzada”. El impulso
de esta arma es innegable y su cualidad trascendental lo confirma. La simbiosis
entre el soporte, lo epigráfico y lo escénico lo verifican.
El morfema ibérico /KI/ puede ser
el equivalente a la letra castellana /CH/. De hecho, estableciendo unan
asociación entre la grafía < C > y el sonido [ K ], es notable en la
transcripción latina de la lectura ibérica monetal; y el silabario /CI/
castellano medieval de hacia el
año 1150 se menciona como /CH/ en las monedas acuñadas por Sancho VI
(1150-1194) escribiéndose el nombre del monarca como SANCIUS. “Dentro de esta
línea, Hübner se decide a incluir Sancius entre los Monumenta Linguae Ibericae, p. CXXXIV; y la gráfica medieval
Sancius está bien atestiguada en los documentos y monedas que latinizan el
nombre de Sancho en toda la amplitud de la Península” (en Mariner Bigorra, 1961).
A todo esto se puede añadir lo mencionado por X. Ballester (2009): “De modo
general y, desde luego, no arbitrariamente se ha operado con la premisa de que
el ibérico no dispone de/h/, no disponía de aspiración… Firme es, en todo caso, la evidencia –aunque
ciertamente siempre adscribible al contacto aloglótico, sea púnico o aquitánio-
que encontramos en términos que, por lo demás, hay que considerar ibéricos. Se
trata ciertamente de registros esporádicos pero aparentemente significativos
cuales el CHADAR (C.I.L. I 709) del documento ausculano,
un VRCHATETELLI (C. I. L. II 2967) en
Muruzábal de Andión (Navarra) y ya en territorio meridional, en Alcalá del Río
(Sevilla), un VRCHAIL (C.I.L. II
1087)”. Sin lugar a dudas, no menos significativo es que en los tres registros
intervenga el silabario/CHA/, por la coincidencia fonética comparada a la trascripción del
vocablo ibérico EKIAR.
Ahora estamos en condición de
analizar más casos para seguir uniendo cabos inexplicables o controvertidos para
la arqueología. La palabra EKIAR
también se halla inscrita en el reverso de una moneda de plata de Arse
(Sagunto), con la leyenda ARSAKISKUEKIAR, que según García-Bellido
(1993), pertenece al periodo de dominación púnica en Sagunto, es pues –continua-
una emisión en lengua indígena pero bajo administración púnica.
Sin lugar a duda estamos hablando
del lugar donde se protagonizó el origen de la 2ª Guerra Púnica. Sagunto,
ciudad aliada de Roma, fue sitiada en el 218 a.C. por los cartagineses
dirigidos por Aníbal Barca, provocando una confrontación militar que duro ocho
meses con el resultado final de la toma de la ciudad. La administración púnica
de Sagunto bien pudo acuñar moneda con la propaganda sociopolítica de deponer
a la ciudad de Arse de su honor o dignidad en un evidente momento de cambio
sociopolítico.
Continuando con las pautas de un
código narrativo compartido, con el valor conceptual de una composición basada
en un sistema de analogías. Sería algo más que una casualidad que coincidieran
más interpretaciones guardando un contexto, iconográfico, social, político y
cronológico, de acuerdo con el código de lectura establecido y publicado ocupando
portada en Revista de Arqueología (López Pérez, 2011).
Sumando paralelos interpretativos
sobre los objetos citados, quiero que se tenga en cuenta la presencia de la
hoja de hiedra incluso en la falcata mencionada del Museo de Prehistoria de
Valencia. Ya que muestra damasquinados
de plata de líneas en zig-zag con hojas de hiedra intercaladas; simboliza la
dependencia de la unión. Incluso las hojas también se representan intercaladas
opuestamente o enfrentadas, aludiendo a grupos sociales opuestos. No en vano el
verbo echar se halla inscrito junto a un nombre (KEKEBES-TE-EKIAR-TE). El enfrentamiento de grupos sociales opuestos se correlaciona con
la causa de deponer a alguien de su honor o dignidad. Todo
ello reflejado en el arma por excelencia que caracteriza a las poblaciones
nativas ibéricas.
Ahora, voy hacer una lectura
iconográfica del mosaico hallado en el yacimiento de “La Caridad” en Caminreal
(Teruel) donde aparece la lectura epigráfica ibérica LIKINETE:EKIAR:USEKERTEKU al pie de una elaborada simbología con la
insistente presencia de la hoja de hiedra.
Reproducción del panel
central del mosaico de Caminreal
Este mosaico está considerado de
fines del siglo II a. C. o principios
del I a. C., destruyéndose en torno al
año 75-72 a. C. (en Vicente Redón et alii,
1989). En el panel central donde se halla la inscripción, se representa un
círculo con corona de hojas de hiedra y rosa de dieciséis pétalos romboidales.
El círculo y la corona forman dos círculos concéntricos configurando una
caetra, símbolo de la defensa. El rosetón de dieciséis pétalos simboliza la
ofrenda o mejor dicho su sinónimo de entrega, que junto a la insistente hoja de
hiedra articulada entre sus pétalos, manifiesta la entrega de la unión.
Conjuntamente, se pronuncia la entrega a la defensa de la unión. La corona de
hiedras que alternan opuestamente configura una línea ondulada, símbolo del altercado,
por lo que conjuga en su interpretación, manifestando un altercado de uniones
opuestas.
Según los autores
citados anteriormente, las enjutas de ésta composición están
ocupadas por palmetas con pequeñas volutas, y por dos grupos de dos delfines enfrentados
por el morro. Sobre si se trata de palmetas no lo tengo claro, pero las volutas
simbolizan el alzamiento. El delfín simboliza el dominio, y que se hallen
enfrentados involucra un enfrentamiento de dominios. Estos relatos
interpretativos, indudablemente tienen un carácter bélico, y la cronología lo
justifica, ya que a finales del siglo II a. C. corresponde a la caída de
Numancia por Publio Cornelio Escipión y la posterior pacificación del
territorio celtíbero. No cabe duda de que la prolongada resistencia celtíbera a
la dominación romana se debió a su unión. Y tal y como señalan los
investigadores los pobladores del yacimiento de “La Caridad” fueron fundamentalmente celtíberos. Sin lugar a dudas, en “La Caridad” al igual
que en Sagunto se produjo un cambio sociopolítico, y que el verbo EKIAR
se halle –según señalan los autores citados- entre un nombre propio (LIKINE) y el nombre de una ciudad (USEKERTE), resulta más que comprensible la
correspondencia iconográfica y epigráfica. LIKINETE
se puede traducir, como el nombre de una persona, dirigente de un grupo social. Un grupo social depuesto de la ciudad de USEKERTE.
Pero aún hay más, y repito, todas las interpretaciones están basadas en
un sistema de analogías muy presente en la cultura material ibérica y
celtibérica.
El panel superior muestra dos marcos, ambos con una elaborada composición
geométrica en su interior de un
rosetón dentro de un círculo. En
las enjutas del marco de la derecha, el
rosetón ésta acompañado por peltas y
cuartos creciente o medias lunas. La
pelta es el nombre que recibe un escudo ligero usado por los antiguos griegos,
sin lugar a dudas con un atributo defensivo, y la media luna es el símbolo de
la nación simplificada en el ente autónomo e independiente de un pueblo o
ciudad. Aquí se ofrece protección a la
nación.
“Usekerteku, ultimo vocablo de la
inscripción, posee una desinencia final que puede relacionarse con un genitivo -KU
que puede relacionarse con un genitivo de procedencia o de origen. Usecerde es el
nombre de una ciudad ibérica que acuña monedas bilingües con tipos parlantes de
Cesar (elefante y Victoria) posteriores al año 50 a. C. y con la leyenda monetal USECERDE OSI.
La ciudad, ya con el nombre latinizado Usicerda alcanzó la categoría de
municipio en época de Augusto o Tiberio, acuñando monedas con la mención MUN OSICERDA.
Su localización es insegura, coincidiendo los autores en situarla
imprecisamente en el Bajo Aragón” (en Vicente Redón et alii, 1989).
De nuevo una lectura iconográfica,
documento de primera mano, manifiesta un mensaje político social. Y de nuevo,
el verbo echar se hace patente junto al nombre de una ciudad. Y al igual que
ocurriese en Sagunto, se puede mencionar el honor o dignidad de los habitantes
de la ciudad en un momento donde resulta
evidente un cambio sociopolítico.
El Autor: Abelardo López Pérez
(abelardolp@hotmail.com)
(Director de la Exposición
Arqueológica de Abengibre, Albacete. Abril del 2015)
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