lunes, 9 de abril de 2012

LA CRÁTERA IBÉRICA DE TORRE UCHEA




LA CRÁTERA IBÉRICA DE TORRE UCHEA:

UN TEOREMA ICONOGRÁFICO

Autor: Abelardo López Pérez

Sin duda es el símbolo, y no el estilo, el que determina el lenguaje iconográfico de la obra. La aplicación de ciertas pautas a la imagen iconográfica ibérica permite un análisis interno capaz de afirmar una verdad demostrable que estructura la lectura simbólica en su propio contexto socio-cultural.

La aldea de Torre Uchea (Hellín, Albacete) es considerada de extraordinario interés arqueológico por su ubicación geográfica situada en el punto de intersección de dos vías muy importantes del imperio romano, la que unía
Corduba (Córdoba) y Cástulo (Jaén) con Saetabis (Játiva) y la que enlazaba Carthago Nova (Cartagena) con Complutum (Alcalá de Henares). Tal y como afirman varios investigadores, en el Alto Imperio Torre Uchea constituye parte inseparable del conjunto del muy romanizado valle de Minateda (Jordán Montés; Ramallo Asensio y Selva Iniesta, 1984).

De la necrópolis del Pozo de la Nieve en Torre Uchea procede una crátera ibérica considerada de la primera mitad del siglo I a. C. (Museo de Albacete), que muestra una interesante iconografía simbólica presente también en otras importantes necrópolis situadas en el valle de Minateda-Agramón. Torre Uchea (Hellín), Tolmo de Minateda (Hellín) y Hoya de Santa Ana (Chinchilla), ofrecen la destacada peculiaridad iconográfica compuesta por una línea ondulada a la que se agregan hojas de hiedra circundando el soporte cerámico.

Se trata de una coincidencia simbólica, cronológica, espacial y territorial que influye en los factores culturales y sociales de su interpretación, así como en el antecedente y desarrollo de la obra. Sincronía y diacronía, las dos variantes básicas para analizar el arte iconográfico.









Crátera de Torre Uchea (Museo de Albacete)

Aplicando la diacrítica del lenguaje iconográfico ibérico, entendida como un lenguaje determinativo donde el símbolo indica el sentido más amplio de una palabra (RdA nº 367), y tomando como principal instrumento de análisis la cualidad trascendental de los elementos representados, comenzaré por indicar que la línea ondulada refleja la causa-efecto de un movimiento. Al igual que la cualidad natural de la hoja de hiedra refleja una unión, ya que se une a cualquier cuerpo extraño con sus raíces adventicias.

Un movimiento trasfiere un hecho que implica una circulación, alteración o conmoción. La disposición de las hojas de hiedra señala una misma dirección. Simbólicamente concuerdan en una misma voluntad, lo que permite una composición narrativa que haría referencia a la unidad en la alteración.

El mensaje principal bien puede canalizar un suceso político-social entre los habitantes de dichas tierras. Un mensaje que se puede complementar y hacer más extenso analizando ciertos símbolos presentes junto a la línea ondulada de la crátera de Torre Uchea.

Agregada a la composición ondulada se halla repetidamente otro símbolo vegetal, un roleo simple similar a un zarcillo. Como una simbiosis entre el símbolo y el soporte estos roleos se muestran alzados en los capiteles de orden corintio. Dicho símbolo se delata en calidad de alzamiento con una dialéctica común expresada en diversos soportes y culturas. La cultura ibérica con su propio estilo arquitectónico lo asimila también en un capitel del siglo IV a. de C. de Cástulo (Museo Arqueológico de Linares, Jaén). La cultura griega es muy recurrente con este símbolo al mostrarlo en la escena erótica de la crátera de Derveni (s. IV a. de C.)(Museo Arqueológico de Tesalonica), ya que un varón en erección fálica alza su brazo izquierdo acariciando dicho símbolo.

Alzar es levantar o elevar alguna cosa, y desde luego el varón de dicha crátera levanta algo más que el brazo. Resulta evidente, se trata de una escena erótica.


Capitel corintio



 Detalle de la crátera de Derveni


Pero el verbo alzar también implica el apoderarse de alguna cosa con usurpación. Por lo que la acción y efecto de alzar o alzarse en un contexto político-social puede cobrar un sentido bélico.




Ahora, la unidad en la alteración mencionada anteriormente cobraría un sentido militar, indicando la fracción de un ejército que puede obrar independientemente bajo las órdenes de un jefe. De hecho, encabezando la composición ondulada de Torre Uchea se halla una flor de loto, símbolo del poder expresado en la iconografía mediterránea y oriental.
Que "se deshoje el báculo de su poder", así reza una parte de la amenaza protectora del sarcófago fenicio de Ahiram (siglo XIII-X a. de C.). Lo que Rene Dussaud ya descifrará en 1927, recientemente ha sido corroborado por el catedrático Reinhard Lehmann de la Universidad Gutemberg (Mainz, Alemania). Sin lugar a dudas el mensaje va dirigido a la clase gobernante. De hecho en las inscripciones del sarcófago se menciona a un gobernador y a un comandante de campo como representantes del poder civil y militar dependiente del rey (Fernández y G. Wagner, 2000).

Pocas veces un texto escrito antiguo ofrece tan explícitamente el significado de un símbolo, ya que literalmente el poder tiene hojas. Como resultado de algo más que una metafórica expresión, en el relieve del sarcófago, el rey sentado en su trono sujeta con su mano una flor de loto.

Bien es cierto que, de entre todos los pareceres en torno a las lecturas iconográficas del mundo antiguo, la palabra poder, entendida como facultad y jurisdicción que uno tiene para mandar o ejecutar una cosa, ha sido la más solicitada a la hora de interpretar un símbolo. En la actualidad quizás se puedan emplear mil palabras para expresar un símbolo, pero no concibo que en la antigüedad se empleasen mil símbolos para expresar una palabra.

Por eso la mejor manera de revelar el verdadero significado de un símbolo es establecer una misma lectura sujeta a un idéntico contexto semántico entre diversas obras. Un método comparativo eficaz que, incluso busca analogías formales en la iconografía de las grandes culturas de la Antigüedad y las traslada al ámbito cultural ibérico.

De esta manera, continuando con la interpretación de símbolos de Torre Uchea, no considero una mera subjetividad la lectura iconográfica en calidad de dependencia de una gran línea en zig-zag que acompaña a la flor de loto, ya que la dependencia a un poder forma parte de las supremacías gobernantes y autoritarias de toda la historia.

Procedente de la necrópolis del Tolmo de Minateda, una jarrita del siglo I a. de C. (Museo de Albacete) muestra una línea ondulada acompañada de motivos simbólicos que también se repiten en Torre Uchea. Sin lugar a dudas transmiten una narrativa similar, como más adelante comprobaremos.










                                    Jarrita del Tolmo de Minateda (Museo de Albacete)


La fecha de las cerámicas mencionadas y concretamente la primera mitad del siglo I a. de C., canaliza un referente a la realidad objetiva del mensaje transmitido dentro de un contexto social e histórico.

Si nos atenemos a los datos cronológicos, los acontecimientos coinciden con la primera división de Hispania en dos provincias romanas, la Citerior y la Ulterior, formadas aplicando criterio militar a inicios del siglo I a. de C. También señala hacia la inestabilidad socio-política generada por el conflicto sertoriano en Hispania, acaecido durante el 80 y 72 a. de C.

Sertorio fue pretor de la provincia Citerior en el año 83 a. de C., territorio que se extendía desde
Ampurias hasta Carthago Nova, que limitaba con la provincia Ulterior (gran parte de la actual Andalucía) en un lugar impreciso hacia el interior peninsular. Una línea imaginaría no muy estricta que iba de Cartagena hacia el noroeste.




                                  Las provincias romanas y situación del Valle de Minateda


En la iconografía de las dos cerámicas mencionadas interviene en el discurso simbólico un conjunto de eses seriadas. Se trata de un motivo impreso también en el mundo griego bajo el alfabeto jónico, en calidad verbal de clamar. El soporte en concreto trata de una copa ática del siglo V a. de C. (Museo Arqueológico Nacional de Atenas). Clamar es emitir la palabra de manera grave y solemne, y el mundo griego lo profesa con una evidente intención, junto a su propio alfabeto. Es más, acompañando a las eses seriadas se halla la hoja de hiedra, como clamando la unión de un sistema de escritura en toda Grecia. Un suceso que culminaría hacia mediados del siglo IV a. de C. con la unificación de Grecia bajo el reinado de Filipo de Macedonia.







                                         




                                 Copa ática (Museo Arqueológico Nacional de Atenas)


Las interpretaciones iconográficas concuerdan con los acontecimientos socio-políticos del momento, incluso en el mundo griego.

No cabe duda, la sociedad ibérica de los territorios pertenecientes al valle de Minateda claman la dependencia de un jefe militar que favorece una causa territorial.

Por todo ello, continuando en un contexto de carácter bélico, me parece necesario intervenir en otra nueva interpretación. En la jarrita del Tolmo de Minateda, nexo a los roleos que surgen de la línea ondulada se halla una serie de arcos imbricados y apilados a modo de mojón.

Se trata de símbolos que se repiten en el espacio de las asas de la crátera de Torre Uchea y en otra crátera del Tolmo de Minateda, más entre otros fragmentos cerámicos del lugar y de la zona comarcal que nos ocupa. Un mojón es un hito, una señal que indica el lindero de una propiedad o de un término jurisdiccional, sencillo de elaborar y fácil de comprender. Su origen de ejecución se pierde en la memoria histórica de la civilización.

Estos arcos imbricados bien pueden trasmitir la función de un hito. Las eses seriadas guardan nexo con los arcos imbricados en Torre Uchea. Si aplicamos la interpretación simbólica de las eses seriadas a esta nueva interpretación de los arcos imbricados, en calidad de término jurisdiccional, obtenemos como resultado una interesante lectura iconográfica: clamar un término jurisdiccional. Y por igual se puede interpretar las eses seriadas en la jarrita del Tolmo de Minateda, pero en este caso se clama el alzamiento por un término jurisdiccional.








                                    Crátera del Tolmo de Minateda (Museo de Albacete)


Un alzamiento en un término jurisdiccional cobra especial relevancia en el mensaje trasmitido, y mucho más si comprobamos que dichas tierras se hallaban comprendidas entre el límite de las dos provincias del imperio romano –la Ulterior con su capital en Corduba, y la Citerior, en un principio con su capital en Carthago-Nova y posteriormente en Tarraco-. La situación geográfica del valle de Minateda se aproxima indudablemente al límite jurisdiccional de las dos provincias romanas. Además de que las consecuencias derivadas de una guerra recrean una restructuración del paisaje político, urbano y territorial, que sin lugar a dudas, trasfiere por las principales vías de comunicación. Sanz Gamo (1997), tratando la romanización de las tierras de Albacete, menciona que el Tolmo de Minateda actuaría por una parte como límite norte del área de Carthago-Nova, mientras que La Piedra de Peña Rubia (Elche de la Sierra) sería el suroccidental.

Lo revelador de estos mensajes es que se manifiestan en contexto funerario, en enterramientos de individuos que en ocasiones van acompañados de armas. De hecho en la necrópolis de Torre Uchea, perteneciente a la cuarta fase de uso del espacio funerario, se observa un incremento de las armas: falcatas, puntas de lanza, umbos de escudos y placas de cinturón (en Jordán Montés, 2005), lo que atestigua aún más esta interpretación.

Acompañando al viaje del más allá se manifiesta un mensaje socio-político. Quizá se trate del deseo de un ideal comunitario, la causa de fallecimiento del individuo, o las dos cosas, lo cierto es que resulta ser una misteriosa forma de preservar lo ocurrido. Recordemos que el sarcófago fenicio de Ahiram también contiene un mensaje dirigido a los gobernantes.

Las pautas de un código narrativo compartido

La iconografía ibérica como un medio de expresión que se remonta al periodo orientalizante (VIII-VI a. de C.) contiene mensajes codificados realizados para trasmitir causas de carácter socio-político, sin duda, bajo la supervisión de la clase dirigente. Su presencia, además de en necrópolis, se delata principalmente en zonas de población o espacios residenciales del levante peninsular. Incluso en ocasiones comparten similar lectura simbólica, como si fuese un hecho socio-político que se repite. Tal es el caso de la pintura vascular hallada en San Miguel de Liria (Valencia) hacia el siglo III-II a. de C. Un buen ejemplo es el representado en un cálato presente en el Museo de Prehistoria de Valencia, muestra ocupando el tema principal, una línea ondulada de la que surgen hojas de hiedra.



                                   Cálato de Liria (Museo de Prehistoria de Valencia)


Se trata de un mensaje que comparte el mismo carácter bélico, comprensible bajo el punto de vista cronológico, ya que nos hallamos al inicio de la conquista romana en Hispania. Lo revelador es que la simbología que acompaña a la ondulación, un motivo compuesto por una fina línea dividida en porciones con pequeños trazos transversales que causan la acción y el efecto de dividir, contenga una interpretación simbólica basada en la cualidad trascendental de un hecho y, a través de ese hecho, aplicando la ambigüedad de la palabra concuerde con el relato narrativo de carácter bélico. Se trata de la palabra "división" entendida también como parte de un cuerpo de ejército compuesto de brigadas de varias armas.

Llegados a este punto, con el discurso iconográfico ibérico, no sólo se recurre a un lenguaje narrativo común, también se delimita ciertas pautas a seguir a la hora de interpretar un símbolo. La cualidad transcendental de las cosas, la simbiosis entre el soporte y el símbolo, y la propia ambigüedad de la palabra, se delatan guardando un contexto iconográfico, social, arqueológico e histórico.

Estas pautas se delatan en más elementos simbólicos expuestos en la crátera de Torre Uchea, son elementos comunes en la pintura vascular ibérica, por lo que su código narrativo es compartido por una idiosincrasia común.

La simbiosis entre el soporte y el símbolo se generaliza en la cerámica ibérica con un símbolo geométrico aparentemente sencillo. En términos arqueológicos se llama "diente de lobo", se compone de un zig-zag en claroscuro o rellenado de tinta plana. Dicha simbiosis se comprende con su copiosa forma de ubicación, principalmente en los extremos de los vasos, canalizando la palabra extremo: lo más intenso, elevado o activo de una cosa. Se trata de uno de los pocos símbolos relacionados directamente con la religiosidad del mundo ibérico, ya que este motivo esquematiza el dibujo geométrico de la serpiente, ofidio estrechamente relacionado con la divinidad en todo el mundo antiguo. La palabra "extremo"(lo más intenso, elevado o activo de una cosa) puede resolver su sagrada conexión.

De la banda superior que enmarca la iconografía de dicha crátera pende un elemento simbólico ya conocido. Se trata de los arcos imbricados y apilados en calidad de hito o mojón. Si aplicamos la ambigüedad de la palabra, "banda" es también: gente armada que no forma parte de un ejército regular. El resultado narrativo es coherente ya que alude a un término jurisdiccional de la banda.

Una coherencia semántica presente en la orfebrería celtibérica con un símbolo de carácter universal. Un creciente lunar, interpretado como símbolo de la nación, simplificado en el ente autonomo e independiente de un pueblo o ciudad (RdA nº 301) muestra nexo un apéndice triángular de bolitas imbricadas con apariencia de racimo, codificando una misma ideología estructural aplicada al término jurisdiccional de un pueblo o ciudad. Entre otras, son dos arracadas de oro procedentes de Padilla del Duero (Valladolid) y otra de Arrabalde (Zamora). Delibes de Castro y Esparza Arroyo (1989), señalan la especial incidencia que en la región tuvieron las guerras de Sertorio (80-72 a. de C.), indicando que el tesoro de Arrabalde 1 hallado en territorio astur, parece corresponder a un momento todavía más avanzado, concretamente a los años 29-19 en que se desarrollan las campañas contra cántabros y astures.

Las coincidencias cronológicas se suman al valor interpretativo con un simbolismo heterogéneo, que reúne la expresión de dos o más elementos, manifestado tanto en las arracadas mencionadas, como en la crátera de Torre Uchea y en la jarrita del Tolmo de Minateda.




                                  Arracada de oro del Tesoro de Arrabalde 1 (Zamora)

No considero una casualidad que dichos arcos imbricados se representen bajo las asas en diversos envases cerámicos. El asa incluso se halla pintada formando parte del lenguaje narrativo. Aplicando la cualidad transcendental de las cosas, la utilidad del asa es la de asir, tomar o coger. Sin lugar a dudas, estamos aplicando también una simbiosis entre el soporte y el símbolo. El resultado narrativo iconográfico resulta más que sorprendente: tomar un término jurisdiccional.











                                       Crátera de Torre Uchea (Museo de Albacete)

En Torre Uchea se da otra peculiaridad narrativa, ya que bajo el asa opuesta se representan otros motivos simbólicos compuestos por una hoja de hiedra y el llamado en términos arqueológicos "cabelleras". Se trata de un conjunto de líneas simétricas y ligeramente onduladas, comparable con otro motivo pictórico más plegado en las formas llamado "tejadillo", y que yo adjudico un mismo significado interpretándolos con el símbolo determinativo "campo". Evidentemente no es sólo por la similitud a un terreno labrado, es también por su evidente contexto iconográfico en otras escenas del imaginario ibérico, incluso en escenas de lucha. El resultado narrativo concuerda, y en este caso aludir a la unión en la posesión de campos en un contexto de índole territorial puede resultar muy lógico, tanto como la situación de una escena en el campo de batalla, como es el caso del llamado "Vaso de los Guerreros" de Archena (Murcia), considerado del siglo III a. de C.

Buscar la palabra adecuada que encaje en un contexto iconográfico no resulta fácil, pero si se está en trayectoria correcta, la interpretación complementará el mensaje transmitido. La flor de cuatro pétalos, que considero símbolo de la vida, también acompaña al movimiento ondulado de nuestra crátera en asociación de una serie de puntos. Esta serie de puntos se repite acompañando al roleo simple, -recordemos, en calidad de alzamiento-, y también se muestra acompañando a la hoja de hiedra, símbolo de la unión.

Difícilmente puede encajar una palabra en todos estos símbolos mencionados sin estar en posesión de una lectura correcta. El acierto de dicha palabra tiene la capacidad de avalar las interpretaciones ofrecidas formando un código en cadena, todo un cauce de expresión y comunicación que asume y enriquece su sentido.

Otra vez el mundo griego puede abogar de manera proverbial un símbolo. Volviendo a la copa ática del siglo V a. de C. del Museo Arqueológico Nacional de Atenas, una serie de puntos se halla bajo el alfabeto jónico y junto a las eses seriadas. Al verbo clamar, emitir la palabra de manera grave y solemne, se le puede incorporar otro verbo, conceder: convenir en lo que uno dice o afirma.

Con toda propiedad literal, en esta copa ática, se concede y se clama la unión de un sistema de escritura, el alfabeto jónico.

La escultura ibérica de entre el siglo V y IV a. de C. y concretamente uno de los iconos más esenciales en la historia de estudios ibéricos, tiene la capacidad de conjugar los símbolos con la misma propiedad intelectual que el mundo griego. La Dama de Elche y sus collares tienen la respuesta. Esta obra de indudable influjo escultural griego, refleja un gran estatus social mediante sus joyas, entre éstas los collares se hallan compuestos por ánforas y lengüetas. El ánfora es el envase primordial del comercio y la lengua es el órgano de la palabra, simbólicamente la Dama de Elche contaría con la merced y gracia de la palabra y del comercio. Pero es en las propias lenguas donde se profesa el verdadero intelecto cultural ibérico, ya que dichas lengüetas, símbolo de la "palabra" (facultad de expresar el pensamiento por medio del lenguaje), están circundadas por una serie de puntos, símbolo del verbo "conceder": convenir en lo que uno dice o afirma.

Se puede ignorar la palabra de un hombre, se puede ignorar su mérito o afición, pero no se puede ignorar la palabra de aquello que determina tu heredada condición. La voz de nuestra más profunda identidad cultural manifestada en la iconográfica ibérica se aúna en un espacio socio-cultural análogo al mundo griego, y por extensión con el mundo mediterráneo y oriental.

De hecho, existe un ornamento simbólico orientalizante presente en todo el Mediterráneo, elaborado en multitud de objetos de indudable prestigio como el oro y el marfíl, basado en la composición de un filamento en torsión. Un trenzado o sogueado interpretado como símbolo del "dictamen" ( RdA nº 321) que en su orientalizante presencia se muestra intercalado por una serie de puntos. La composición narrativa es proverbialmente juiciosa, ya que a la expresión de "convenir en lo que uno dice o afirma" (conceder), se le añade "la opinión, juicio técnico o pericial que se emite sobre una cosa" (dictamen).

Como resultado narrativo de esta serie de puntos es que junto a la flor de cuatro pétalos, se concede la vida; junto al roleo simple, se concede un alzamiento, y junto a la hoja de hiedra, se concede una unión. La crátera ibérica de Torre Uchea, como modelo imitado de importación griega, contiene algo más que una similitud formal, ya que también sicretiza la percepción de un símil entendimiento simbólico con el mundo griego.

Más, en la crátera del Tolmo de Minateda, sobre un ciervo se halla una serie de puntos nexo a una estrella de ocho puntas y a una flor de loto. La cualidad transcendental de las estrellas para con los hombres a lo largo de toda la historia es la de orientar o regir. De ello extraigo la palabra regente. El contenido narrativo de esta crátera no tiene desperdicio: el poder concede la regencia.

La composición iconográfica de la crátera del Tolmo de Minateda se pone de acuerdo con las interpretaciones ofrecidas con una narrativa tremendamente sugerente. En la cara opuesta, la imagen de un águila con alas explayadas, símbolo imperial a lo largo de toda la historia (RdA nº 340), se halla flanqueada por el símbolo ya conocido con la interpretación de la palabra extremo, un zig-zag rellenado de tinta plana. Aquí, se estructura la lectura simbólica en su propio contexto cultural: los extremos del imperio.





                                     Detalle de los collares de la Dama de Elche



La serie de puntos también se repite circundando una estrella de ocho puntas en una tinaja de La Piedra de Peña Rubia (Elche de la Sierra, Albacete). Situada también en el límite provincial romano, su iconografía recrea un contenido narrativo análogo a Torre Uchea y el Tolmo de Minateda: conceder la regencia. La cronología formal de esta tinaja de Peña Rubia, siglo II a. de C., guarda cierto paralelismo histórico. Su iconografía tiene algo más en común con la de la crátera del Tolmo. Se trata de un reticulado romboidal a modo de red.

Aplicando la cualidad trascendental de este elemento, identifico a la red con el verbo cazar. Transmitiendo la ambigüedad de la palabra, cazar es también adquirir con destreza una cosa difícil.

Es más, en concordancia con la narrativa iconográfica de Peña Rubia en un estricto sentido socio-político, se clama la concentración de diversas unidades étnicas representadas por un lobo y una loba (RdA, nº 355). No hay que olvidar que el origen mítico sobre la fundación de Roma se basa en los amamantados por una loba, Rómulo y Remo. Hay noticias de que a partir del siglo III a. de C. se le incluye en el ciclo simbólico de los orígenes de Roma. La loba, mitológicamente aboga por los orígenes de la propia Roma, responde a su interpretación. Mientras que el lobo es propio del mundo ideológico celtibérico. Frente al lobo, hay una doble espiral nexo al símbolo verbal de dividir. La causa-efecto de la espiral implica una segunda vuelta, una revuelta. Una revuelta trasfiere un hecho que implica una revolución, entendida también como el punto en que una cosa empieza a cambiar de dirección, la vuelta o mudanza de estado. El mensaje trataría de la división de una doble revolución.

La participación en la lucha de Hispania, tanto a favor como en contra de Roma, de unidades étnicas celtibéricas esta sobradamente documentada por las fuentes literarias e históricas. De hecho, en el 214 a. de C. ya se documenta la presencia de mercenarios celtibéricos al mando de los Escipiones en el avance desde Sagunto a Cástulo, y posteriormente durante las guerras sertorianas actuaron tanto al mando de Pompeyo como de Sertorio.

La ubicación de un
oppidum o poblado fortificado en la Piedra de Peña Rubia dominando un amplio territorio junto a una importante vía de comunicación, en este caso hacia Cástulo, y la presencia de algunos materiales romanos de comienzos del Imperio, son datos de estudios arqueológicos que lo asemejan con el poblado del Tolmo de Minateda.

No cabe duda, los planteamientos iconográficos esgrimidos adquieren pleno sentido, contienen y expresan los valores y relaciones más sublimes del intelecto cultural de nuestro pasado, nos aproxima a los acontecimientos acaecidos.

Acontecimientos que sin lugar a dudas marcarían el futuro socio-político y territorial de importantes centros urbanos del lugar. De hecho, a finales del siglo I a. de C. el Tolmo de Minateda actuaría como entidad administrativa romana en calidad de capital territorial de municipio.

Sin duda, existen razones fundamentadas en hechos históricos que abalan las interpretaciones iconográficas ofrecidas. Un contenido dialéctico empíricamente analizable e interno al registro arqueológico que demarca el problema político-social que experimentó la cultura ibérica con la primera división territorial de Hispania a comienzos del siglo I a. de C.

La resolución de un sistema de analogías

Una vez superadas las barreras geográficas, cronológicas, espaciales y estilísticas en pintura vascular, arquitectura, escultura y orfebrería, la asimilación de conceptos en la interpretación del arte ibérico son la consecuencia de una percepción cultural de carácter universal. Su comprensión se fundamenta desde su propio contexto socio-cultural. Los códigos visuales ibéricos reúnen diversos conceptos del complejo pensamiento social, llegan ha tener los mismos valores que el mundo clásico y oriental. Lo que lo hace diferente es su aplicación fuera de un contexto mítico, ya que proyecta la representación de una realidad determinando conceptos ideológicos, políticos, sociales y religiosos.

Por tanto, creo haber aportado la prueba de que el método para analizar la iconografía ibérica alcanza con éxito resultados positivos. Es más, con el valor conceptual de una composición basada en un sistema de analogías, la interpretación de la tinaja ibérica de la Plaza de Cisneros (Valencia), publicada en RdA nº 351, refleja el motivo que provocó la destrucción de la ciudad de
Valentia en el año 75 a. de C., la guerra civil entre el partido senatorial de Sila y el popular de Mario y Sertorio.

Simbólicamente se manifiesta una rivalidad interna a través de los centauros, donde Roma se manifiesta con la presencia de una loba. Dicha loba no tiene el sexo marcado, pero una vez visualizada su presencia en el imaginario ibérico el mensaje se hace más perceptible, adquiere un sentido espacial y temporal que facilita su lectura. Y para dejar zanjada esta realidad, correspondiendo al sistema de analogías, es la propia iconografía ibérica la que responde en otro lugar del levante peninsular.

El lugar en concreto es La Alcudia de Elche (Alicante). La cronología según datos arqueológicos, finales del siglo III a. de C. y anterior a la mitad del siglo I a. de C. El soporte, un gran cálato troncocónico expuesto en el Museo Arqueológico de La Alcudia.

Dos frisos muestran una copiosa composición de lobos junto a aves con alas explayadas. El esquema de las aves perfila la imagen del águila, simbolizando al Imperio, los lobos complementan la lectura iconográfica en sincronía con el registro cronológico, deduce que son lobas en relación al Imperio de Roma. Las escenas estás rellenas de espirales en señal de revolución. El símbolo de "división" también se repite junto a la loba y el águila –recordemos, una fina línea dividida en porciones transversales-. La revolución por la división del Imperio de Roma esta servida. Aquí se refleja una rivalidad interna, un suceso político-social similar al interpretado en la tinaja de la Plaza de Cisneros.

Corroborando dicho mensaje, se halla un tercer y más delgado friso que muestra el esquema protagonista de este estudio, una línea ondulada alternada con hojas de hiedra. Pero en este caso, delatando la realidad de lo transmitido, las hojas de hiedra se hallan opuestas. En este caso la unidad es opuesta. Dicha alteración refleja una unidad dividida. Aplicando un sentido militar nos indica la fracción de un ejército que puede obrar independientemente bajo órdenes diversas. De hecho, interviniendo en la narración iconográfica de este cálato de La Alcudia hay dos rostros frontales diferentes que se hallan diametralmente opuestos bajo su respectiva asa arqueada.

Dichas asas pintadas con un ramo coronan los rostros. Aplicando el método iconográfico transmitido, la cualidad trascendental del asa implica al verbo asir, tomar o coger. La simbiosis entre el soporte y el símbolo complementa el lenguaje narrativo de la obra. El contenido simbólico expresado con un ramo debe de seguir el sentido militar aplicado, la fracción de un ejército bojo órdenes diversas merece una atención tribunal, un Consejo. La reunión destinada a formar un tribunal especial puede estar simbolizada por ese ramo y estar representada por los diversos rostros. Rostros que para muchos investigadores están vinculados con personajes divinos. Lo que no contradice lo dicho, porque se puede tomar consejo de las divinidades, y aunque estos rostros no muestran alas, la presencia de una divinidad femenina en La Alcudia es indiscutible.

Partiendo de la base de que la iconografía religiosa de la cultura ibérica sincretiza la idea de una divinidad femenina, en La Alcudia el ala está vinculada a un ideal femenino y en el imaginario de lobos de este lugar se da el caso de que también las presenta, señal inequívoca de que son lobos-hembra.

Más o menos acentuada, eso es lo que muestran los lobos en la iconografía de Elche, un ala simplificada en la forma como la que muestra el lobo de la tinaja de la Plaza de Cisneros (Valencia).

Ahora, hay que establecer una relación entre representación e interpretación. El ala en lo antropomorfo es señal inequívoca de una condición divina. Cuando el ala se halla incorporada a un animal que por naturaleza no la tiene, dicha condición divina se incorpora ideológicamente, no al animal, sino a lo que representa. En el caso que nos ocupa Roma adquiere una condición divina.

Una condición divina que el Imperio demuestra conceder en la iconografía de Elche, ya que el águila también tienen incorporada una tercera ala en el pecho, es más, en casos acompañada por una serie de puntos, recordemos, el símbolo que expresa el verbo "conceder".

No cabe duda de que la elevación a la categoría de divinidad de los gobernantes romanos fue uno más de los elementos que contribuyeron a la creación de la figura imperial. También hay que añadir que el Imperio de Roma en territorio conquistado permitía a sus ocupantes continuar con el culto de sus propias divinidades locales, siempre que no contravinieran el orden público.

Ciertamente en La Alcudia existe una asociación religiosa entre la fauna y la divinidad. Y lo que considero muy importante, nuestra propia Cultura Ibérica lo refleja desmitificando a seres alados que, como la esfinge y el grifo han sido mal interpretados por los investigadores de la actualidad como consecuencia de un ideario clasicista que desde el siglo XIX ha causado un cúmulo de incidencias perjudiciales en la historiografía occidental. Ya que lo identificado hasta ahora como seres monstruosos de carácter mítico, son el resultado de una composición simbólica heterogénea que comparte lo real con lo ideal para establecer conceptos. El símbolo que comparte rasgos heterogéneos, compuesto de partes de diversa naturaleza, es porque reúne la expresión de dos o más significados.

En señal de una respuesta, los arqueólogos están intrigados porque en las excavaciones recientes realizadas en La Alcudia han descubierto en la zona de las casas ibéricas un edificio monumental romano de época imperial. Pero lo verdaderamente extraño es que no apareciese algo importante en este contexto, ya que la iconografía de este yacimiento insiste sobremanera en reflejar al Imperio de Roma. Las aves de alas extendidas y los lobos llamados
carnassier (carniceros) son tan abundantes que contribuyen a marcar todo un estilo pictórico denominado Elche-Archena. Una fauna identificada por muchos autores como símbolo o emblema de la divinidad.

Y es que correspondiendo al lugar de culto de La Alcudia, existe una razón muy poderosa expuesta iconográficamente en su pintura vascular. No sólo es Roma, también es la propia divinidad quien clama la unión con el Imperio.

Como resultado tenemos que La Alcudia de Elche fue el lugar donde se ubicó la ciudad de
Ilici, nombre dado por los romanos y que hacia la mitad del siglo I a. de C. sería proclamada Colonia Iulia-Augusta.

Ciertamente este lugar, al igual que Torre Uchea y otras muchas partes de la Península, no vivió ajeno a la situación político-social interna de un Imperio que llevaba, por entonces, mucho más de un siglo aplicando su supremacía dominante y conquistadora, y cuya situación implicaba tomar decisiones que tuvieron que ver con el futuro de sus propias vidas.







Cálato del Museo Arqueológico de La Alcudia de Elche






Detalle del ala representada en el lobo de la iconografía de Elche (Museo Arqueológico de La Alcudia de Elche, Alicante)



Detalle del ala incorporada en el pecho del águila, acompañada por una serie simbólica de puntos (Cerámicas del Museo Arqueológico de La Alcudia de Elche, Alicante)





Bibliografía

Delibes de Castro, G.; y Esparza Arroyo, A. (1989), "Los tesoros prerromanos de la Meseta Norte y la orfebrería celtibérica", en número extraordinario de Revista de Arqueología, Madrid. 108-129.

López Pérez, A. (2005), El ojo del ibero: un código iconográfico. Albacete.

López Pérez, A. (2006), "Símbolos astrales en la Antigüedad", Revista de Arqueología nº 301, Madrid. 56-63.

López Pérez, A. (2008), "El código ibérico", Revista de Arqueología nº 321, Madrid. 36-45.

López Pérez, A. (2009), "Simbolismo del Grifo", Revista de Arqueología nº 340, Madrid. 46-51.

López Pérez, A. (2010), "El significado de los círculos concéntricos", Revista de Arqueología nº 355, Madrid. 32-37.

López Pérez, A. (2010), "El centauro: símbolo de la rivalidad", Revista de Arqueología nº 351, Madrid. 44-49.

López Pérez, A. (2011), Iberos, lenguaje iconográfico. Revista de Arqueología nº 367, Madrid. 14-27.

López Pérez, A. (2008), "La religión ibérica (II)". Revista de Arqueología nº 330, Madrid. 40-49.

Fernández Uriel, P. y González Wagner, C. (2000), Historia de la Humanidad 6. Israel y Fenicia. Madrid.

Jordán Montés, J. F., Ramallo Asensio, S. y Selva Iniesta, A. (1984), "El poblamiento romano en el valle de Minateda- Agramón", I Congreso de Historia de Albacete, vol. I, Albacete. 211-240.

Jordán Montés, J. F. (2005), Torre Uchea: ¿un conjunto arqueológico en peligro? Murcia.

Sanz Gamo, R. (1997), Cultura ibérica y romanización en tierras de Albacete: Los siglos de transición. Instituto de Estudios Albacetenses. Serie I Número 93, Albacete.




Versión en PDF:  La crátera ibérica de Torre Uchea: un teorema iconográfico.



Estos estudios iconográficos ibéricos continúan con importantes revelaciones simbólicas en: Descendencia filial ibérica (www.descendenciafilial.blogspot.com.es)