domingo, 24 de mayo de 2015




LA MANO DEL IBERO.

EL LENGUAJE DEL SÍMBOLO:
LA PIEDRA ROSETTA DE LA EPIGRAFÍA IBÉRICA

Abelardo López Pérez

El estado actual de los estudios paleográficos de la escritura ibérica, pese a leerse con cierta seguridad a raíz de su desciframiento en los años 20 por el arqueólogo e historiador Manuel Gómez Moreno, muestran grandes vacíos o dificultades de interpretación, y en especial los textos del lenguaje de escritura levantina, denominado así por su presencia de uso en el este peninsular, desde el sur de Francia hasta el río Júcar.
La escritura ibérica levantina  inscribe en su repertorio dos tipos de /R/, con los siguientes signos y. El hallazgo de inscripciones con la presencia de estas dos vibrantes de escritura ibérica en un mismo texto puede marcar una diferencia sonora, simple /r'/ o múltiple /r), pero en el signario ibérico no existen estas diferencias sonoras. Según J. A. Correa (1994):“En adaptaciones latinas sólo en posición intervocálica cabe esperar una distinción R/RR, pero no se puede establecer una correspondencia clara entre R/RR y r/r asegure r casi siempre corresponde R, lo que refuerza la hipótesis de ser el fonema no marcado”.
¿Pero qué ocurre si estos dos signos aparecen inscritos en un mismo objeto sin más letras que le acompañen? No cabe duda de que sería algo excepcional. Y ciertamente así  considero la pieza procedente de la Manchuela Albacetense, situada entre el río Júcar  y Cabriel, concretamente en la localidad del Herrumblar (Cuenca) hallada fortuitamente por un agricultor. Y desde luego no quisiera que nadie se tomase como punto de partida a mi teoría lo que en realidad es la presentación de un objeto novedoso.
Se trata de un pequeño botón de bronce con forma de mano humana, en cuya palma se inscriben los dos tipos de /R/ en escritura levantina. Pero no se sitúan para formar una lectura correlativa lineal en horizontal, sino que los signos se invierten, uno en posición horizontal y el otro en vertical, como simulando las líneas de la mano y manifestando una conexión epigráfica con el símbolo.


                              
         Imágenes de la mano con epigrafía ibérica
(Exposición Arqueológica de Abengibre, Albacete)

Dicha conexión entre lo escrito y el objeto no es única ya que existen muchas más evidencias que puede abrir los ojos del escéptico que no comparte mis conocimientos interpretativos de la simbología ibérica. Una teoría editada en multitud de trabajos1, en la que se establece la lectura de un código iconográfico ibérico. El método científico se basa principalmente en analizar varios factores del símbolo: cualidad trascendental, simbiosis y ambigüedad. Un método empírico que, además de manifestar las pautas de un código narrativo compartido, con el valor conceptual de una composición basada en un sistema de analogías, permite  establecer una misma lectura sujeta a un idéntico contexto semántico entre diversas obras. Una  coincidencia simbólica, cronológica, espacial y territorial que influye en los factores culturales y sociales de su interpretación.
Extraer la cualidad trascendental de la mano humana puede ser, y de hecho lo es, difícil de averiguar por su gran actividad ejecutora. Pero, por lo menos sabemos  que el objeto en cuestión proyecta la imagen  de una mano. Y es ahí donde se manifiesta por obra del artista ibérico una conexión, una simbiosis entre lo escrito y el objeto que puede rebasar el tiempo y el espacio con evidente comprensión. La ambigüedad de la palabra es una constante inmersa en la naturaleza de las cosas, por lo que la palabra mano en la antigüedad ibérica, se pronunciase  como se pronunciase, se halla presente. Sin intentar manipular valores fonéticos bien conocidos de ambos tipos de /r'/ , y a modo de hipótesis, la lectura epigráfica del botón ibérico de El Herrumblar   podría formular el sonido /ere/ visto desde dos posiciones, si añadimos lo representado con el objeto /mano/ podría  expresar  la palabra /(h)ermano /. Esto no quiere decir que dé por sentado que el origen etimológico de la palabra  "hermano" tenga que ver con "mano", sino que simplemente la mano puede estructurar la lectura simbólica  de "hermano".  Un lenguaje determinativo donde el símbolo indica el sentido más amplio de una palabra, verificable solamente  cuando  guarda un contexto iconográfico con diversos soportes.
La imagen ibérica de una mano bien puedo simbolizar al hermano, y no lo digo porque la interpretación epigráfica de la mano sea correcta, sino por que lo cierto es que no encuentro un símbolo más de acuerdo merecedor de ese importante apelativo. Ciertamente una de las acepciones de la palabra hermano trata de: Una cosa respecto de otra a que es semejante. Y desde luego la mano humana reúne esa acepción.
Referente al   silabario fonético /r'/ , tengo que decir que la vocal ibérica /e/ seguido de /r/ al comienzo de una palabra, se registra en al menos en dos ocasiones un tanto peculiares, ya que tienen en común una misma palabra /erir/ y que además aparecen escritas en dos lápidas ibéricas. Una, procedente de  Civit (Tarragona) y la otra, desaparecida pero documentada, procedente de Sagunto (Valencia), (en Velaza Frías, 1993). Según Silgo Gauche (2005) : “Me resulta extremadamente llamativo, y expongo solamente como hipótesis extremadamente atrevida, el parecido entre erir y el vasco altonavarro, vizcaíno arcaico, guipuzcoano erio, bajo-navarro, labortano, suletino herio ‘muerte’.
Personalmente,  dentro del contexto funerario en el que se halla la palabra ibérica /erir/, no me parece tan atrevida su comparación vascuence. Más bien puede ser un término lingüístico arcaico conservado en las actuales hablas peninsulares, ya  que el parecido no es solo con el Eusquera, sino que es íntegramente una frase  Castellana, y de hecho tengo razones de peso que tienen que ver con el origen etimológico del verbo matar.  “El verbo matar es de origen desconocido. Suenan varias teorías, del latín mactare, de un reconstruído mattare, derivado de mattus, que en latín significó ‘herir’ (Fernández López)2. Según este autor, citando a J. Corominas en la Edad Media matar significó también ‘herir’.

          A todo esto se puede añadir lo mencionado por X. Ballester (2009): “De modo general y, desde luego, no arbitrariamente se ha operado con la premisa de que el ibérico no dispone de/h/, no disponía de aspiración, si bien resulta obvio que para los partidarios de algunas relaciones de origen entre aquitano e ibérico la hipótesis más sencilla y casi inevitable implica contar con que hubo de existir en una época previa a la documentación histórica al menos un fonema /h/ en ibérico y que, como en tantas otras lenguas, se habría perdido.  Firme es,  en todo caso, la evidencia –aunque ciertamente siempre adscribible al contacto aloglótico, sea púnico o aquitánio- que encontramos en términos que, por lo demás, hay que considerar ibéricos. Se trata ciertamente de registros esporádicos pero aparentemente significativos cuales el CHADAR (C.I.L. I 709) del documento ausculano, un VRCHATETELLI (C. I. L. II 2967)   en Muruzábal de Andión (Navarra) y ya en territorio meridional, en Alcalá del Río (Sevilla),  un VRCHAIL (C.I.L. II 1087)”. Curiosamente, no menos significativo es que en los tres registros mencionados por Ballester intervenga el silabario/CHA/.
    Un  hipotético ejemplo publicado recientemente en este Blog (Ekiar: la transcripción de un verbo ibérico) traduce el vocablo ibérico ekiar con el verbo castellano "echar", asociándolo a  datos de lingüística castellana con una coincidencia de género gramatical. En el blog explico que el morfema ibérico /ki/ puede ser el equivalente a la letra castellana /ch/. De hecho, estableciendo una asociación entre la grafía < C > y   el sonido [K], es notable en la transcripción latina de la lectura ibérica monetal; y el silabario  /CI/  castellano medieval  de hacia el año 1150 se menciona como /CH/ en las monedas acuñadas por Sancho VI (1150-1194) escribiéndose el nombre del monarca como SANCIUS. Más adelante explicaré otras  razones diferentes.

         No obstante,  esta reconocido por los lingüistas  que la /h/, al igual que la correspondencia fonética con nuestra /ch/ no existió en la lengua íbera, por lo  que si nos olvidamos del símil fonético que queramos atribuir o emparentar, mi interpretación echar no varía mucho de la interpretación del Sr Untermann y otros que indican que ekiar trata del verbo  hecho.  Es más, señalando una pequeña apreciación, mi interpretación tiene una /h/ menos.
         Lo cierto es que la simbólica mano en los reversos monetarios de Cástulo junto a la efigie del personaje con diadema, podría tener una respuesta interpretativa muy favorable a los estudios realizados por García-Bellido y  García de Diego (2013): “Las primeras emisiones de la ciudad acuñadas en el periodo de amistad con los Barca, muestran la maestría artística de los abridores de cuños. Tanto la cabeza diademada con la mirada al alto como la esfinge marchando son muestras de un gusto oriental y de un arte refinado e influido por la corte de los Barca y por el orientalismo de la Cartago del s. III a. C. Son muestras del peso iconográfico que las monedas de Asdrúbal tuvieron sobre el “reino” de Cástulo”.
Sin lugar a dudas en los ases de Cástulo se puede ver reflejado el busto de uno de los dos hermanos de Aníbal Barca: Asdrúbal o Magón. Y según García-Bellido y García de Diego es Asdrúbal el candidato: “La cabeza de Asdrúbal con tainía se copia entre “indígenas”. Creo que es en ellas en las que se inspiran las primeras emisiones de Iberia –Sagunto, Cese, Cástulo- y también en Numidia y Mauritania, donde nace ahora el retrato monárquico con Syfas, Vermina y Massinissa”.

       



                 Ases de Cástulo con posible imagen de Asdrúbal


Otra representación ibérica de la mano  se halla en la estela de El Palao (Alcañiz, Teruel), muestra a su lado la escena victoriosa de un jinete alzando su escudo y la lanza sobre otro jinete caído en combate al que devoran varios buitres. En la escena victoriosa de esta estela bien puede figurar la hazaña de un hermano caído en un altercado. Los símbolos que enmarcan el lateral de la estela, un zigzag equivalente a “depender” que, en su ambigüedad y posición vertical determina el verbo “caer”, se une a la línea muy ondulada en representación de “alteración”, en su ambigüedad “altercado”.
                                

Estela de El Palao (Alcañiz, Teruel). Según Marco Simón, E. y Va Idellou, V., 1976 (en García Huerta, 1997).

Para comprender la cualidad trascendental de los elementos representados y su ambigüedad tenemos el efecto ondulatorio en el trazado de una línea, ya que transmite una lectura con expresividad propia donde el movimiento es su principal causa-efecto permanente en su propia naturaleza compositiva, donde a mayor movimiento se produce más alteración. En consecuencia, un movimiento es una alteración, y en nuestro propio lenguaje una alteración es un altercado, una disputa (López Pérez, A. 2011 a). Un buen ejemplo es la representación del combate singular reflejado en el vaso policromo de Numancia (Museo Numantino, Soria).
                            

              
                             Vaso policromo del Museo Numantino (Soria)


Al igual que en la estela de El Palao, la mano se muestra excepcionalmente representada en una lápida votiva  romana del siglo III d.C. procedente de Quintanilla de Somoza y conservada en el Museo de León. La palma de la mano se halla dentro de un templete en cuya cabecera triangular se dedica en escritura mayúscula griega a Zeus-Sárapis. Y en la propia palma, según diversos autores, se inscribe el nombre de otra divinidad, Diónysos. La leyenda dice: “Uno es Zeus-Serapis-Iao” aludiendo a la similitud de tres divinidades. El sincretismo religioso de esta trinidad puede mostrar cierta similitud teológica por las diversas culturas que rindieron culto. “De tal modo que el emperador Juliano llega a darnos de Sárapis una definición que parece una fórmula dogmática cuando, hablando de la deidad egipcia dice de ella: «Un Zeus, un Haides y un Helios es Sárapis» Ει̃ς Ζεὺς, ει̃ς 'Αίδης ει̃ς 'Ηλιός ε̉στι Σάραπις 38. Una fórmula idéntica se empleó también para Diónysos 39 ” (en García  y Bellido 1962).
A la definición del emperador Juliano, ciertamente no puedo dejar de hallar similar respuesta en la otra acepción de la palabra hermano: Una cosa respecto de otra a que es semejante.
                                


Lápida votiva de Quintanilla de Somoza conservada en el Museo de León


Sin descartar una doble interpretación, lo cierto es que en esta estela votiva de Quintanilla de Somoza se intuye otro apelativo simbólico que me parece que delata el verdadero valor iconográfico  de la simbólica mano.  Este otro apelativo se halla integrado en la palabra "manifiesto", entendido en su más amplio sentido: "Patente, claro. Escrito que una persona o partido dirige a la opinión pública". Para cuyo caso también guardaría contexto iconográfico en las monedas de Cástulo y  en la estela de El Palao. Y por supuesto, los diversos botones presentados "manifiestan" las diversas interpretaciones que puedan hallarse en su interior, tanto epigráficas (letras) como simbólicas (líneas). Es más, existe otra estela hallada en Binéfar (Huesca), con epigrafía ibérica, manos y un caballo que manifiesta claramente el escrito de una persona  o partido  dirigido a la opinión pública.
          No cabe duda de que  la aplicación de ciertas pautas a la imagen iconográfica ibérica permite un  análisis interno capaz de afirmar una verdad demostrable que estructura la lectura simbólica en su propio contexto socio-cultural. La diacrítica del lenguaje iconográfico ibérico, entendida como un lenguaje determinativo donde el símbolo indica el sentido más amplio de una palabra  se haya corroborado por los propios escritos griegos y la dogmática frase del emperador romano Juliano.
El botón ibérico de El Herrumblar (Cuenca) es una pieza excepcional por mostrar epigrafía levantina. La mano representada en un botón no es única, dentro de La Manchuela albacetense se halló otra pieza en Verastegui (Bormate).  Pero en este caso no tiene epigrafía, pero se aprecia que es la mano derecha y muestra las líneas muy intencionadas en su palma.
                                        

                                     


                         Botón de Verastegui (Bormate) (propiedad particular)

La ambigüedad de la palabra puede estar presente en esas líneas. Una acepción de la palabra “línea” hace mención a la serie de miembros de una misma familia. Por lo que conjuga con las interpretaciones asignadas. En otro de mis trabajos de interpretación iconográfica titulado Descendencia filial ibérica (*), ya analizo el conjunto de líneas (filetes) que la cultura ibérica muestra en multitud de objetos, y principalmente en la pintura vascular de enterramientos infantiles, que influye en los factores culturales y sociales de su interpretación. El conjunto de líneas o filetes manifiesta una filiación. La palabra filiación quiere decir procedencia, lazo de parentesco de los hijos con sus padres.
Sin lugar a dudas, los iberos quisieron  arbitrar un sistema eficaz para transmitir a sus descendientes los principios más sagrados en los que se fundamenta, puesto que de ello dependía su propia perpetuidad. Y parece ser que nos echan una mano.
Una mano alegórica que se halla abierta a más interpretaciones, que sin pasar por el intento fallido o poco satisfactorio  de asimilar un parentesco vascuence (preindoeuropeo) con el lenguaje ibérico, nos puede  conducir a una similitud  fonética de ciertas palabras presentes  en nuestro rico lenguaje castellano (del latín, indoeuropeo). La lengua indoeuropea es la considerada que tiene un tronco común primitivo procedente de Asia que dese la India se extendió hasta Europa.
La ambigüedad de la palabra es una constante inmersa en la naturaleza de las cosas, se halla  tanto en la interpretación del símbolo como de la escritura ibérica. En los símbolos, citaré solo los mencionados en este trabajo, -hay muchísimos más (ver López Pérez, A. 2011 b)-: Línea= miembro de una misma familia. Depender= caer. Alteración= altercado.
 Para la ambigüedad en la escritura ibérica continuaremos con la palabra ekiar mencionada anteriormente. Es todo un paradigma de la escritura ibérica ya que es una de las más mencionadas acompañando a un nombre de persona  o lugar, hasta incluso también se halla inscrita en el reverso de una moneda de plata de Arse (Sagunto) con la leyenda  arsakiskuekiar, que según García-Bellido (1993), pertenece al periodo de dominación púnica en Sagunto, es pues –continua- una emisión en lengua indígena pero bajo administración púnica.  
El verbo castellano “echar” es dar impulso, de ahí que el verbo ekiar se halle inscrito en una fusayola, una falcata y sobre lanzas impulsadas en la pintura vascular de Liria. Esta es la  simbiosis entre el símbolo y el objeto. En su ambigüedad el verbo “echar” también se utiliza para deponer a uno de su empleo o dignidad, su sinónimo “deponer” permite un contexto político de retirar a  alguien de su honor o dignidad. Sagunto, ciudad aliada de Roma es el  lugar donde se protagonizó  el origen de la 2ª Guerra Púnica.  Fue sitiada en el 218 a.C. por los cartagineses dirigidos por Aníbal Barca, provocando una confrontación militar que duro ocho meses con el resultado final de la toma de la ciudad. La administración púnica de Sagunto bien pudo acuñar moneda con la propaganda sociopolítica  de  deponer a la ciudad de Arse de su honor o dignidad en un evidente momento de cambio sociopolítico.
Otro caso presente en la numismática de Arse.  Interesante la nota de Ripollés i Alegre (2001) referente al vocablo ibérico kitar: “arskitar (dracmas de Arse) y durkitar (plomo Orlell III) (J. Siles Léxico de inscripciones ibéricas, Madrid, 1985, pp. 69 y 209; en adelante abreviado, Léxico,) son las dos únicas inscripciones en las que aparece la palabra -kitar, pues la supuesta leyenda arseetarkita (J., Siles, 1985, p. 70, es una mala lectura de arseetarkiterter, cf. P. P. Ripollès, 1992-1993, pp. 9-18.”
Nuestro propio castellano nos dice que la palabra “quitar” es: libertad de cargas.
Volvemos a la misma situación cronológica y sociopolítica de la ciudad de Arse. ¿Habrá un contexto tan claro para reforzar la legalidad de una moneda que anuncie su libertad de cargas socioeconómicas? Indudablemente, la administración púnica de la ciudad bien las pudo imponer o liberar. Un procedimiento usual también implantado a las ciudades por el Imperio romano en Hispania.
Didracmas acuñados por la ciudad de Saetabi (Jativa) de finales del siglo III a. C. muestran la leyenda ibérica saetabi-kitar-ban. Aquí  tenemos una lectura similar en un contexto cronológico y territorial  análogo a  la ciudad de Arse. Y que la lectura se halle sobre la imagen de un águila con alas explayadas, símbolo del IMPERIO, lo dice todo.
Pero lo del plomo de Orlell (Tarragona), procedente de una tumba considerada de entre finales del siglo IV y principios del III a. C., es que resulta todavía más sorprendente, ya que dicho plomo contiene expresiones metrológicas o sistemas de peso y medidas. Según Ferrer i Janè (2011), tras investigar las expresiones metrológicas de diversos objetos, se inclina por considerar que en estos casos el compuesto que incluye KITAR se debe interpretar como precisión adicional sobre el material…
¿Si no tiene sentido el verbo “quitar” en un texto con numerales?, pues eso “Que venga Dios y lo diga”.
Otro  vocablo ibérico. La palabra salir se halla presente junto al nombre de la ceca en algunas emisiones de dracmas consideradas de imitación emporitana (ver D. Flecher, 1990, 83-90). Y también se halla acuñado en la ceca ibérica de Iltirta, situada en la actual Lleida, con el epígrafe iltirta-salir-ban.
Nuestro propio Diccionario de la Lengua Española nos dice que una de las acepciones de la  palabra salir es: libertarse, desembarazarse de algo que nos ocupa o molesta.
¿No resulta revelador que junto a la ceca de una o varias ciudades se mencione la palabra relativa a la libertad, en un tiempo cronológico donde la  situación sociopolítica es bélica, ante la presencia de la ocupada Hispania por Roma  tras  la Segunda Guerra Púnica?
Para el vocablo ibérico ban, creo muy importante señalar lo mencionado por G. Díaz Montexano (2006) en referencia al verbo griego bainô: “andar, marchar, caminar, partir, enviar, dirigir”. Según dice este autor: Nótese como hemos conservado en el castellano formas casi idénticas a las griegas (asumidas todas como derivadas del latín vado) como por ejemplo, (yo) voy, (tú ) vas, (él) va, (imp.) ve, ven, y (ellos) van, que bien podrían provenir de antiguas palabras ibéricas con una raíz *ba o*ban,”. La propuesta de este autor es que deben ser interpretadas -según el contexto- con algunos de los siguientes significados:*”ir, partir, marchar, andar, transitar; enviar, o dirigir”, igual que en el antiguo griego bainô. Dichas formas, en un contexto monumental, podrían ser interpretadas como “dirigir”, en el sentido de “enviar” u “ordenar”(que se haga algo), similar al latín coeravit, y a las mismas formas griegas eban, ebainen del verbo bainô; mientras que en un contexto funerario, se podrían interpretar como expresiones que aluden a la condición de partida del difunto (o los difuntos); expresiones tales como “ha partido”, “se ha ido”, “se ha marchado”, “se fue” o“ se nos fue”, etc.;”
Me parece una prueba irrefutable el que el vocablo ban = van, se halle presente seguido de las traducciones de salir = liberarse, de algo que nos ocupa, y  de kitar = libertad de cargas.
En el borde o boca del cálatos nº 107, departamento 12 y 13 de Liria (Aranegui, et alii 1997) podemos leer una primera composición que dice: apartan-ban. Nuestro propio lenguaje nos dice que “apartar” es alejar a una persona u objeto de otro. Y “aparte” quiere decir: en otro lugar; en lugar retirado.
En apartan-ban claramente se lee: “van a otro lugar”. Bueno, lo sorprendente de esta lectura es que en la imagen figurativa de personas se representa una procesión de damas y caballeros cogidos de la mano que marchan o se dirigen caminando al son de la música en una misma dirección. Según los datos cronológicos del poblado del Tosal de San Miguel de Liria, fue destruido y abandonado hacia el 175-150 a. C., fecha a la que corresponde dicho cálatos.
                


                                      
                                 Museo de Prehistoria de Valencia


De esta manera se puede entender que en la numismática ibérica aparezca en el anverso, tras la cabeza del personaje, la palabra ban con el sentido ambiguo de dirigir, indicativo de dirigente. Son los semis y cuadrantes de la ceca Abarildur (Región catalana), y denarios de Ausescen (Vich, Barcelona).  Incluso en un denario de Arsacoson (Región navarra) se muestra la letra ba, que muy bien se puede traducir como “dirige”.
En la tinajilla nº 142, departamento 31 de Liria (Aranegui et alii, 1997) se muestra una escena incompleta de jinetes acompañados por abundante escritura ibérica. En el cuello del caballo mejor conservado se puede ver una campanilla formada por la letra be. Aquí la simbiosis entre el objeto y la epigrafía es incuestionable. La cualidad trascendental de la campana es la de invocar, llamar. Y que el verbo imperativo "ve"(en el sentido de ir, acudir) se manifieste en el mismo objeto lo dice todo: acude a la llamada.
       En la misma tinajilla y caballo, se puede leer entre la cola y los pies belar:ban. En nuestro propio idioma el verbo intransitivo velar es: "estar sin dormir el tiempo destinado al sueño. Cuidar solícitamente". La cronología y las escenas vasculares de Liria en un contexto bélico confirman lo expresado: van a velar.
      En la pintura vascular de Liria también se muestra en variadas ocasiones más palabras ibéricas con la terminación del vocablo ban, componiendo la frase eriar:ban, en la  que la palabra eriar puede hacer referencia al verbo herir, para cuyo caso se compondría la frase: van a dar un golpe que dañe, van a golpear o batir un cuerpo contra otro.
El símil fonético compartido con el castellano no acaba aquí. En una tésera de hospitalidad (K.0.11 de Untermam, J.  en  el volumen IV de los Monumenta Linguarum Hispanicarum) aparece la palabra ata. Resulta revelador que el  verbo atar aparezca  escrito en un objeto cuya finalidad es la de establecer un pacto social o una alianza. La palabra “aliar” deriva del latín alligare (atar) formado con el prefijo ad- (a, hacia) y el verbo ligare (ligar). De alligare surgen las palabras “alianza” y “aliado”.
Anunciemos otro caso, que además de revelador atañe a mi pueblo de Abengibre (provincia de Albacete), en el cual se halla la Exposición Arqueológica que dirijo. En el año 1934 se halló en esta localidad un tesoro ibérico de plata compuesto por 22 platos de diversa cronología que constituye una de las más importantes obras de la cultura ibérica halladas en nuestro país.  Este tesoro se expone en el Museo Arqueológico Nacional  - en Abengibre tenemos la réplica de 8 piezas-. Pese a formar un conjunto, se confirman dos periodos muy importantes para la historia cultural ibérica. Uno, comprendido entre el siglo V y IV a. C. donde la relaciones institucionales con el mundo colonial oriental constituyó las bases de su idiosincrasia social, política y religiosa. Y otro, ya adentrados en el siglo II a. C., que manifiesta a una sociedad culta, conservadora de su pasado, que combina el lenguaje iconográfico con la escritura ibérica en un periodo de ocupación romana que cambiaría sus vidas para siempre.
Mi primer trabajo sobre los elementos representativos de iconografía publicado en  1996 en la Revista de Arqueología de La Manchuela (Iniesta), titulado “En torno al tesoro de Abengibre”, ya extraigo lecturas iconográficas  que indicarían claramente la condición social de un caudillo que muestra actividades relevantes de su vida, como la caza y la lucha, y las ofrece.
Pues muy bien, en el exterior del plato número 38217 del Inventario del Museo Arqueológico Nacional, correspondiente a la fecha comprendida del siglo II a. C.,  en el ruedo del asiento se halla incisa una estrella y la cabeza de un león –no solo lo digo yo, también los expertos que han estudiado-. La cualidad trascendental de estos elementos, capaz de rebasar el tiempo y el espacio con una evidente comprensión, indican que la estrella es el símbolo regente, y el león gobernante. Pues circundando el ruedo del asiento, al final de un extenso letrero se puede leer un nombre propio con todas sus letras Biriatuias (Texto G. 110 c. de Gómez Moreno). Se trata de un nombre propio muy legible que dudo mucho que sea  preindoeuropeo.


       
          Plato nº 3817 de Inventario del Museo Arqueológico Nacional

Unamos cabos: siglo II a. C., gobernante, regente, Biriatuias. Viriato llego a ser el capitán lusitano que abarcaba buena parte de Hispania, que durante los ocho años (del 147 a 139 a. C.) de su actividad como jefe supremo de los lusitanos termino con la carrera pública de unos cuantos aspirantes a cónsules. Sus hazañas tuvieron que ser reconocidas en toda Hispania. Pues bien, delante de nombre propio se puede leer: rekerai-ira-biriatuias.
La palabra rekerai tendrá mejor explicación si identificamos primero la palabra ira. En nuestro Diccionario de la Lengua Española la palabra “ira” es también “deseo de venganza”.
¡Que grandiosa casualidad! que el deseo de venganza se halle delante del nombre de un hombre histórico que se sabe  fue asesinado. Sin lugar a dudas Viriato requiere venganza.  No en vano, según Sánchez Jiménez y Beltrán Villagrasa (1962) ira también aparece en un vaso de Liria. El contexto bélico que manifiesta la iconografía de la pintura vascular de Liria permite una lógica admisión del verbo "vengar" en su narrativa epigráfica.
        Como se ha podido comprobar, este trabajo no trata simplemente de descifrar dos signos ibéricos escritos en una mano  y   tampoco procura realizar   un  desciframiento mágico que desee hacer  del Castellano una lengua antigua, sino que meramente intenta demostrar la pervivencia de palabras milenarias en nuestro idioma. De hecho según afirman  estudios referentes al substrato prelatino,   se tiene constancia de la pervivencia en el Castellano de numerosísimas voces prerromanas como: aliaga, ascua, balsa,  barro, barranco, cabaña, carpintero, cerveza, conejo, charca, lanza, perro, salmón, etc. ; entre otras muchas voces analizadas por diversos autores citados por Ballester en Estudios  de Lenguas y Epigrafía Antiguas (E.L.E.A. Núm. 8, 2007). Por lo tanto no sería extraño que se conservase también algún verbo.

  Sin culpar a nadie del consentimiento decimonónico de los convencionalismos que decidieron y deciden lo que en España  es indoeuropeo y lo que nos es indoeuropeo, parece ser que  de alguna manera se colocó una venda tan infranqueable a los ojos de nuestra más profunda raíz cultural conservado en el rico lenguaje castellano, que  no hemos sabido leer algunos rasgos de nuestro propio idioma, que muy bien pudo conservar palabras milenarias. Considero que dicho hermetismo no está ocasionado solo por la oscura incomprensión  de un lenguaje epigráfico, también está provocado por la incomprendida iconografía que en la mayoría de los casos le acompaña.  Esta  venda iconográfica es la primera que me tuve que quitar para comprender lo sucedido. Porque el lenguaje del símbolo entendido como el instrumento de comunicación entre la diversidad de pueblos en la Antigüedad, supone un fondo documental de incalculable valor iconográfico capaz de traspasar la barrera de la interpretación historiográfica tradicional.
     Ahora, bajo mi punto de vista, disponemos de algunos rasgos  de una lengua primitiva común capaz de cuestionar el origen etimológico de algunas palabras: echar, herir, salir, quitar, van, aparta, ve, velar, ata, ira, ¿etc. etc.?
Sólo me resta pedir  disculpas si de alguna manera -no intencionada- he ofendido algún lingüista, académico o historiador, ya que yo simplemente me considero un íbero más que defiende lo que por derecho propio le pertenece.




                                 

Autor: Abelardo López Pérez
(Director de la Exposición Arqueológica de Abengibre, Albacete. Mayo 2015).






BIBLIOGRAFÍA


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Ballester, X. (2009): “ Avión y otras  volanderas notas arqueoibéricas”, Estudios de Lenguas y Epigrafía Antiguas –E.L.E.A. Núm. 9, Valencia, pp. 13-44.

Ballester, X. (2007): “Tres posibles diaglosias arqueoibéricas”, Estudios de Lenguas y Epigrafía Antigua –E.L.E.A. Núm. 8, Valencia, pp. 11-36.

Correa, J. A. (1994): “La lengua ibérica”, Revista Española de Lingüística, 24/2, pág. 263-287.

Díaz Montexano, G. (2006): Ekiar/Ebanen – Teban/Tebanen. Fórmulas funerarias ibéricas indicativas de la marcha del difunto, la erección de monumentos y el linaje familiar. La Teoría indoeuropea. Sociedad Epigráfica, 2006.

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sábado, 11 de abril de 2015

Ekiar: La transcripción de un verbo ibérico.


EKIAR: LA TRANSCRIPCIÓN DE UN VERBO IBÉRICO

Abelardo López Pérez

El lenguaje ibérico, perteneciente sin duda al lenguaje preindoeuropeo permanece cerrado en el más absoluto hermetismo, no tenemos ni método seguro, ni referencias ordenadas para analizarlo. Estas son las palabras mencionadas por el profesor Blanco Freijeiro al tratar sobre la epigrafía ibérica en Los Primeros Españoles (1994). Una lengua de la que poseemos tantos documentos –se lamenta A. Tovar (1984)- no estaría indescifrada, una vez que se lee con seguridad.   Y  ciertamente hasta la fecha, pese al conocimiento de su lectura facilitada por las cecas numismáticas, poco se puede ofrecer con certeza en la investigación interpretativa epigráfica. Considero que dicho hermetismo no está ocasionado solo por la incomprensión de un lenguaje epigráfico, también está provocado por la incomprensión iconográfica que en la mayoría de los casos le acompaña.

La cerámica ibérica levantina contiene la peculiaridad de exponer gran cantidad de textos de escritura ibérica acompañada por escenas  de personas en actitudes sociales y bélicas, mientras la arqueología convencional considera que son escenas de carácter mitológico o cosmológico. El error es descomunal y se extrapola a otros objetos con epigrafía perjudicando su interpretación, incluso con atributos mágicos, maléficos o protectores, cuando en realidad pueden ser textos de un gran contenido sociopolítico.

 El conocimiento de un código que configura el lenguaje de la iconografía ibérica debería abrir nuevas vías de interpretación epigráfica. Y ciertamente la introducción al contexto social ibérico nos puede facilitar la investigación de algunos elementos epigráficos de los textos más oportunos.

En uno de mis trabajos interpretativos formulados en El ojo del Ibero (2005) y posteriormente publicados en la desaparecida edición de Revista de Arqueología, titulado “El eusquera y la lengua ibérica” (2007) ya  menciono la introducción al contexto social ibérico con la interpretación de símbolos  y la posible interacción contextual entre el lenguaje ibérico y el eusquera. Pero ahora, sin negar cierto parecido fonético entre estos, me decantare en una nueva reinterpretación que nos puede acercar a la realidad de un verbo que tiene mucho que ver con nuestra lengua castellana.

Dicho verbo es el que se halla expresado en el vocablo ibérico EKIAR. “La forma ekiar, bien conocida en los textos ibéricos y cuya interpretación habitual es la de que se trata de un verbo que significa “hacer” (Luján, 2007). Aranegui  Gasco y De Hoz (1992), mencionan lo significativo que es la frecuencia de los casos en los que aparece junto a un nombre de persona, al que normalmente sigue. Estos autores también señalan que pese a ser una de las secuencias más repetidas en la epigrafía ibérica el análisis combinatorio no permite avanzar gran cosa en su interpretación de los textos ekiar.

No cabe duda de que algo falla. Por lo que merece la pena atender a mi nueva propuesta interpretativa, ya que considero que puede  aportar algún progreso a la investigación paleográfica ibérica.

Este vocablo ibérico se halla separado por puntos en la pintura vascular de la tinaja de borde dentado  nº 162 y 163 del departamento 111 de Liria (Aranegui, 1997, fig. IV 2), en la tapadera donde se representan olas marinas y hojas de hiedra. El símbolo de la unión manifestado en la iconografía mediterránea por la hoja de hiedra, se muestra acompañado por olas marinas en cerámica del levante peninsular. La conexión marina es innegable y el contexto sociopolítico de la unión es sincronizada por la propia cronología de esta cerámica de entre el 175 y 150 a. C., donde  la 2ª Guerra Púnica es una realidad.

El contexto bélico se hace patente en más representaciones vasculares  de Liria con representación de jinetes empuñado armas. En el friso inferior incompleto de la tinaja nº 142 del departamento 31 (Aranegui, 1997, fig. II. 13), muestra jinetes lanceros e infantes enfrentados. La importancia de esta tinaja radica en la gran cantidad de epigrafía ibérica que contiene, mostrando la terminación EKIAR  en tres ocasiones.

La palabra EKIAR  se vuelve a mostrar dos veces en la parte superior del friso del leves nº 169 del departamento 14 de Liria (Aranegui, 1997, fig. 47), acompañado por un jinete con brazo alzado con lanza en posición ofensiva, más, damas y caballeros unidos en la danza en presencia de la hoja de hiedra.

Este vocablo ibérico se vuelve a mostrar dos veces más sobre otra escena de la tinaja nº 222 de Liria (Aranegui, 1997, fig. II. 34 a y b). Según Ballester (1997) en esta escena “se desarrolla una compleja decoración en tinta plana que comprende una escena incompleta acuática, con peces y parte de un barco con guerreros; caballo sin jinete y lucha de dos guerreros a pie contra otro a caballo que huye, todos tocados con lo que se ha interpretado como casco con cimera; sobre esta escena, tres palabras, la primera incompleta y las otras dos acabadas con la misma terminación: EKUEKIAR y KEMIEKIAR”.


                                       (Fig. II. 34 a, en Aranegui, 1997)

 

Es justamente bajo esta terminación donde se aprecia, en ambos casos, la lanza. Uno, en el brazo alzado de un infante, y la otra sin que nadie los sustente, como lanzada (López Pérez, 2007). Esta posición, sobre la lanza, símbolo por excelencia de la lucha, más el contexto bélico manifestado, tanto simbólico como cronológico, es el que me incita a calificar una transcripción de EKIAR con la palabra LUCHA. Pero en el espacio bélico que nos hallamos donde la invasión peninsular tanto cartaginesa como romana es una realidad, existe otra palabra que manifiesta una coincidencia de género gramatical excepcional, y más sorprendente es que sea con el verbo  castellano ECHAR.

Echar a un invasor de la tierra invadida es la respuesta más razonable en cualquier acto bélico de ocupación. Una vez conocida la palabra clave es necesario contrastarla con el método del código iconográfico que defiendo, manifestando las pautas de un código narrativo compartido con el valor conceptual de una composición basada en un sistema de analogías.

Cualidad trascendental, simbiosis y ambigüedad, son la clave para analizar todo símbolo que se considere como tal. Por suerte el vocablo ibérico ekiar además de hallarse en más restos de pintura vascular, se halla representado en más soportes, otros objetos que permiten analizar en profundidad una sincronía contextual.

Según el profesor Untermann (1998) citando a Panosa (1993), una fusayola hallada en Valls (Tarragona) tiene la inscripción USTANATARSU-EKIAR-SINEKUNSIR.

En el canto de la hoja de una falcata (           Museo de Prehistoria de Valencia), según Aranegui Gasco y De Hoz (1992), se puede leer KEKEBES-TE-EKIAR-TE.

Según los autores mencionados (Untermann,; Aranegui y  De Hoz) el vocablo ekiar sería interpretado como “hecho” o “hizo” o algo similar. Sin lugar a dudas la similitud interpretativa coincide con el verbo propuesto “echar”. Y aunque aún quedan más soportes por analizar, comenzaré con estos dos mencionados ya que pueden tener algo en común. La cualidad trascendental de estos dos soportes epigráficos, la fusayola y la falcata, es que las dos deben de ser impulsadas para realizar su trabajo. La fusayola para facilitar el retorcido de la fibra textil y la falcata para que sea efectivo el golpe cortante o punzante.

—Debéis comprender el verbo en su principal expresión «echar»: hacer que una cosa vaya a parar a alguna parte dándole un impulso. Por tanto, sería correcto escribirla en los dos lugares. El impulso del arma para atacar y el impulso del huso para facilitar el retorcido o formación del hilo (en López Pérez, 2014).  

Sin lugar a dudas, a la cualidad trascendental de estos objetos hay que añadir la simbiosis entre éstos y lo representado, en éste caso el epígrafe; además hay que tener en cuenta la ambigüedad de la palabra como algo constante inmerso en la naturaleza de las cosas. El verbo “echar” también se utiliza para deponer a uno de su empleo o dignidad, su sinónimo “deponer” permite un contexto político de retirar a  alguien de su honor o dignidad.

Ahora podemos volver a la descripción iconográfica de la tinaja nº 222 de Liria (Aranegui, 1997, fig. II. 34 a y b),en la que  según Ballester (1997) en esta escena “se desarrolla una compleja decoración en tinta plana que comprende una escena incompleta acuática, con peces y parte de un barco con guerreros; caballo sin jinete y lucha de dos guerreros a pie contra otro a caballo que huye, todos tocados con lo que se ha interpretado como casco con cimera; sobre esta escena, tres palabras, la primera incompleta y las otras dos acabadas con la misma terminación: EKUEKIAR y KEMIEKIAR”.

El caballo montado que huye, sin lugar a dudas es echado del lugar. Es más, a esto hay que atender a mi descripción del 2007, ya mencionada anteriormente: “Es justamente bajo esta terminación donde se aprecia, en ambos casos, la lanza. Una, en el brazo alzado de un infante, y la otra sin que nadie los sustente, como lanzada”. El impulso de esta arma es innegable y su cualidad trascendental lo confirma. La simbiosis entre el soporte, lo epigráfico y lo escénico lo verifican.

                                                     

El morfema ibérico /KI/ puede ser el equivalente a la letra castellana /CH/. De hecho, estableciendo unan asociación entre la grafía < C > y el sonido [ K ], es notable en la transcripción latina de la lectura ibérica monetal; y el silabario  /CI/  castellano medieval  de hacia el año 1150 se menciona como /CH/ en las monedas acuñadas por Sancho VI (1150-1194) escribiéndose el nombre del monarca como SANCIUS. “Dentro de esta línea, Hübner se decide a incluir Sancius entre los Monumenta Linguae Ibericae, p. CXXXIV; y la gráfica medieval Sancius está bien atestiguada en los documentos y monedas que latinizan el nombre de Sancho en toda la amplitud de la Península” (en Mariner Bigorra, 1961). A todo esto se puede añadir lo mencionado por X. Ballester (2009): “De modo general y, desde luego, no arbitrariamente se ha operado con la premisa de que el ibérico no dispone de/h/, no disponía de aspiración… Firme es,  en todo caso, la evidencia –aunque ciertamente siempre adscribible al contacto aloglótico, sea púnico o aquitánio- que encontramos en términos que, por lo demás, hay que considerar ibéricos. Se trata ciertamente de registros esporádicos pero aparentemente significativos cuales el CHADAR (C.I.L. I 709) del documento ausculano, un VRCHATETELLI (C. I. L. II 2967)   en Muruzábal de Andión (Navarra) y ya en territorio meridional, en Alcalá del Río (Sevilla),  un VRCHAIL (C.I.L. II 1087)”. Sin lugar a dudas, no menos significativo es que en los tres registros intervenga el silabario/CHA/, por la coincidencia  fonética comparada a la trascripción del vocablo ibérico EKIAR.

Ahora estamos en condición de analizar más casos para seguir uniendo cabos inexplicables o controvertidos para la arqueología. La palabra EKIAR también se halla inscrita en el reverso de una moneda de plata de Arse (Sagunto),  con la leyenda ARSAKISKUEKIAR, que según García-Bellido (1993), pertenece al periodo de dominación púnica en Sagunto, es pues –continua- una emisión en lengua indígena pero bajo administración púnica.

Sin lugar a duda estamos hablando del  lugar donde se protagonizó  el origen de la 2ª Guerra Púnica. Sagunto, ciudad aliada de Roma, fue sitiada en el 218 a.C. por los cartagineses dirigidos por Aníbal Barca, provocando una confrontación militar que duro ocho meses con el resultado final de la toma de la ciudad. La administración púnica de Sagunto bien pudo acuñar moneda con la propaganda sociopolítica  de  deponer a la ciudad de Arse de su honor o dignidad en un evidente momento de cambio sociopolítico.

Continuando con las pautas de un código narrativo compartido, con el valor conceptual de una composición basada en un sistema de analogías. Sería algo más que una casualidad que coincidieran más interpretaciones guardando un contexto, iconográfico, social, político y cronológico, de acuerdo con el código de lectura establecido y publicado ocupando portada  en Revista de Arqueología (López Pérez, 2011).

Sumando paralelos interpretativos sobre los objetos citados, quiero que se tenga en cuenta la presencia de la hoja de hiedra incluso en la falcata mencionada del Museo de Prehistoria de Valencia. Ya que  muestra damasquinados de plata de líneas en zig-zag con hojas de hiedra intercaladas; simboliza la dependencia de la unión. Incluso las hojas también se representan intercaladas opuestamente o enfrentadas, aludiendo a grupos sociales opuestos. No en vano el verbo echar se halla inscrito junto a un nombre (KEKEBES-TE-EKIAR-TE). El enfrentamiento  de grupos sociales opuestos se correlaciona con la causa   de  deponer a alguien de su honor o dignidad. Todo ello reflejado en el arma por excelencia que caracteriza a las poblaciones nativas ibéricas.

Ahora, voy hacer una lectura iconográfica del mosaico hallado en el yacimiento de “La Caridad” en Caminreal (Teruel) donde aparece la lectura epigráfica ibérica LIKINETE:EKIAR:USEKERTEKU al pie de una elaborada simbología con la insistente presencia de la hoja de hiedra.                           

                               

                    Reproducción del panel central del mosaico de Caminreal

Este mosaico está considerado de fines del siglo II a. C.  o principios del I a. C., destruyéndose  en torno al año 75-72 a. C. (en Vicente Redón et alii, 1989). En el panel central donde se halla la inscripción, se representa un círculo con corona de hojas de hiedra y rosa de dieciséis pétalos romboidales. El círculo y la corona forman dos círculos concéntricos configurando una caetra, símbolo de la defensa. El rosetón de dieciséis pétalos simboliza la ofrenda o mejor dicho su sinónimo de  entrega, que junto a la insistente hoja de hiedra articulada entre sus pétalos, manifiesta la entrega de la unión. Conjuntamente, se pronuncia la entrega a la defensa de la unión. La corona de hiedras que alternan opuestamente configura una línea ondulada, símbolo del altercado, por lo que conjuga en su interpretación, manifestando un altercado de uniones opuestas.

 Según los autores citados anteriormente, las enjutas de ésta composición están ocupadas por palmetas con pequeñas volutas, y por dos grupos de dos delfines enfrentados por el morro. Sobre si se trata de palmetas no lo tengo claro, pero las volutas simbolizan el alzamiento. El delfín simboliza el dominio, y que se hallen enfrentados involucra un enfrentamiento de dominios. Estos relatos interpretativos, indudablemente tienen un carácter bélico, y la cronología lo justifica, ya que a finales del siglo II a. C. corresponde a la caída de Numancia por Publio Cornelio Escipión y la posterior pacificación del territorio celtíbero. No cabe duda de que la prolongada resistencia celtíbera a la dominación romana se debió a su unión. Y tal y como señalan los investigadores los pobladores del yacimiento de “La Caridad”  fueron fundamentalmente celtíberos.  Sin lugar a dudas, en “La Caridad” al igual que en Sagunto se produjo un cambio sociopolítico, y que el verbo EKIAR  se halle –según señalan los autores citados- entre un nombre propio (LIKINE) y el nombre de una ciudad (USEKERTE), resulta más que comprensible la correspondencia iconográfica y epigráfica. LIKINETE se puede traducir, como el nombre de una persona, dirigente de  un grupo social. Un grupo social  depuesto de la ciudad de USEKERTE.

Pero aún hay más, y repito, todas las interpretaciones están basadas en un sistema de analogías muy presente en la cultura material ibérica y celtibérica.

El panel superior muestra dos marcos, ambos con una elaborada composición geométrica  en su interior  de un  rosetón  dentro de un círculo. En las enjutas del marco de  la derecha, el rosetón  ésta acompañado por peltas y cuartos creciente  o medias lunas. La pelta es el nombre que recibe un escudo ligero usado por los antiguos griegos, sin lugar a dudas con un atributo defensivo, y la media luna es el símbolo de la nación simplificada en el ente autónomo e independiente de un pueblo o ciudad. Aquí  se ofrece protección a la nación.

     “Usekerteku, ultimo vocablo de la inscripción, posee una desinencia final que puede relacionarse con un genitivo -KU que puede relacionarse con un genitivo de procedencia o de origen. Usecerde es el nombre de una ciudad ibérica que acuña monedas bilingües con tipos parlantes de Cesar (elefante y Victoria) posteriores al año  50 a. C. y con la leyenda monetal USECERDE OSI. La ciudad, ya con el nombre latinizado Usicerda alcanzó la categoría de municipio en época de Augusto o Tiberio,  acuñando monedas con la mención MUN OSICERDA. Su localización es insegura, coincidiendo los autores en situarla imprecisamente en el Bajo Aragón” (en Vicente Redón et alii, 1989).

 De nuevo una lectura iconográfica, documento de primera mano, manifiesta un mensaje político social. Y de nuevo, el verbo echar se hace patente junto al nombre de una ciudad. Y al igual que ocurriese en Sagunto, se puede mencionar el honor o dignidad de los habitantes de  la ciudad en un momento donde resulta evidente un cambio sociopolítico.

 

El Autor: Abelardo López Pérez (abelardolp@hotmail.com)

(Director de la Exposición Arqueológica de Abengibre, Albacete. Abril del 2015) 

                                                                          

 

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